martes, 27 de septiembre de 2011

Galetes

Galetes
Són companyes agraïdes
de bocins de xocolata,
de la llet de l`esmorzar,
de mantega
i melmelades,
i de l`hora de berenar.

A casa es ho passem bé
escollint-les,
repartint-les...
i, sobretot,
quan és l`hora de cruspir-nos-les.

Sempre a punt per tastar!
tenen mil i una formes
per poder-ne triar,
i es deixen paladejar
en aquell moment del dia
que les vulguis rosegar.

CASAS, Lola (2011): Nyam-nyam, Barcelona, Castellnou, p. 12-13. Col·lecció Pícnic, 15. Il·lustrat per Gustavo Roldán.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Una paleta de un pintor llena de colores



Una tarde, después de terminar un encargo bastante complicado, Macao y Antón se fueron a tomar un refresco. Sentados en una terraza, pensativos, observaban en silencio cómo las burbujas del refresco jugueteaban dentro del vaso.
Allí cerca había un puesto de helados. Los había de fresa, de nata, de naranja, de almendra, de pistacho… El escaparate parecía la paleta de un pintor llena de colores.
Un niño se escapó de la mano de su madre y corrió hasta el puesto. Aplastó su nariz contra el cristal.
-mamá, cómprame un helado –dijo el niño.
-No –respondió la madre.
-¿Por qué?
-Porque estás resfriado.
El niño miró con pena los helados y añadió:
-¿Me comprarás, al menos, una pastilla de regaliz?
-Sí, eso sí –le consoló la madre.

GÓMEZ CERDÁ, Alfredo (1986): Macaco y Antón, Madrid, Bruño, p. 45.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Una casa muy dulce



Nuestra actuación con el super rap de san jorge de los YFR fue todo un éxito, pero lo mejor fue la ciudad que hicieron Mika y Khalil. Había quedado spec-ta-cu-lar. Sobre una montaña de bizcocho se levantaba un castillo de chocolate con soldados de galleta en sus almenas. Y, debajo, las casas. Los carteles de las tiendas eran de caramelo; había caballos de gominota arrastrando carros de pan dulce, figuras de chocolate y azúcar paseando por las calles pavimentadas con obleas… En la pared habían expuesto todos los dibujos de Khalil. El padre de Mika estaba a su lado orgulloso, explicando cómo habían hecho cada cosa y regalando trozos de un enorme bizcocho en forma de dragón que también habían traído. Gustó tanto la ciudad que nadie se atrevió a coger ni siquiera un perrito de galleta.

FONSECA, Javier (2011): El caso del dragón de fuego rojo, Madrid, Mcmillan, Clara Secret, 5. Pág. 81. Ilustración de Joaquín González.
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