Introducción (La alimentación en la literatura infantil y juvenil)
La alimentación, los trastornos alimenticios o los buenos y malos hábitos a la hora de comer son aspectos importantísimos a los que se debería dedicar más atención y que, por supuesto, aparecen, directa o indirectamente, en la literatura infantil y juvenil. A menudo, no obstante, lo hacen como telón de fondo, sin ser temas destacados. Por poner un ejemplo, Cándida, la alocada protagonista de ¡Frena, Cándida, frena!, de Maite Carranza, decide ponerse a régimen porque no cabe en ninguna pieza de la ropa, aunque esa manía le dura poco. Así, encontraríamos muchos otros ejemplos de jóvenes que se reúnen para tomar algo, que celebran alguna fiesta y que, por supuesto, comen y beben.
Los chicos y chicas, los niños y niñas, comen y, por lo tanto, es una actividad presente en sus vidas; aunque no siempre se le preste una atención directa. No obstante, dada la trascendencia de la alimentación en nuestras vidas, hemos leído varios libros que sí se centran en la nutrición y en los aspectos relacionados con la misma. Veremos que, para los más pequeños, se dan consejos de cómo alimentarse y, sobre todo, de cómo huir de las famosas chucherías que no comportan nada bueno. De todos es sabido que en nuestra sociedad de consumo los niños cada día son más obesos y están peor alimentados. Bueno es que la literatura les dé alguna pista para saber qué es lo bueno para ellos. Por otro lado, los libros destinados a los adolescentes y jóvenes se llenan de seriedad y de gravedad cuando abordan enfermedades del calibre de la anorexia y la bulimia.
Anabel Sáiz, CLIJ, “Somos lo que comemos. La alimentación en la literatura infantil”, número 233, enero-febrero 2010, pp. 14-25.
