miércoles, 14 de septiembre de 2011

Una paleta de un pintor llena de colores



Una tarde, después de terminar un encargo bastante complicado, Macao y Antón se fueron a tomar un refresco. Sentados en una terraza, pensativos, observaban en silencio cómo las burbujas del refresco jugueteaban dentro del vaso.
Allí cerca había un puesto de helados. Los había de fresa, de nata, de naranja, de almendra, de pistacho… El escaparate parecía la paleta de un pintor llena de colores.
Un niño se escapó de la mano de su madre y corrió hasta el puesto. Aplastó su nariz contra el cristal.
-mamá, cómprame un helado –dijo el niño.
-No –respondió la madre.
-¿Por qué?
-Porque estás resfriado.
El niño miró con pena los helados y añadió:
-¿Me comprarás, al menos, una pastilla de regaliz?
-Sí, eso sí –le consoló la madre.

GÓMEZ CERDÁ, Alfredo (1986): Macaco y Antón, Madrid, Bruño, p. 45.

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