Viana tomó asiento junto a Belicia y la madre de esta. Pronto, los criados empezaron a traer platos, mientras los invitados del rey comentaban con alegría los sucesos de la jornada y el vino corría generosamente. Se sirvieron pastelillos de piñones, crema de guisantes, perdices escabechadas, cochinillos asados, potaje, cordero a la miel… Cuando sacaron el guisó de carne de buey, Viana estaba tan llena que dejó de prestar atención a la cena para charlas con Belicia; las dos contemplaban disimuladamente a los jóvenes caballeros aparentando disfrutar de la música que amenizaba la velada.
GALLEGO, Laura (2011): Donde los árboles cantan, Madrid, SM, pág. 23.
No hay comentarios:
Publicar un comentario