jueves, 29 de agosto de 2013

Amor, dieta y tarta de chocolate

En la consulta del doctor Dubose hasta la báscula era muy moderna, "de diseño", como dicen en las revistas. Eso no impedía que marcara 93 kilos 300 gramos y que me tocara las narices. Nunca deberíamos ir al médico después de las vacaciones de Navidad.
-Bueno..., Ben..., cuéntame un poco lo que comes...
-Esto...
-¿Qué te gusta?
-¡Pues todo! O casi todo...
Mamá soltó una parrafada típica de madre y me dio una vergüenza tremenda. Cuando pudo meter baza, el médico me preguntó:
-Entonces, en tu opinión, ¿qué comes que te pueda engordar?
Lo dudé un poco y después dije:
-¡Nada en especial! Como igual que todo el mundo, solo que mi metabolismo asimila más las grasas y no quema suficientes calorías.
El doctor sonrió. Esa historia del metabolismo la había leído en el folleto que me había dado la enfermera de mi colegio al final de la visita médica.
-De acuerdo, es cierto... No todos reaccionamos de la misma forma con los alimentos, pero bueno, eso no lo explica todo... ¿Tomas bebidas gaseosas?
-Pues... ¡Sí! Coca-cola.
-¿Comes dulces?
-Algunas veces...
-¿Te gustan las comidas con salsa?
No le contesté porque me estaba empezando a poner nervioso con sus preguntas. Veía muy bien adónde quería llegar, como si yo no supiera ya desde hacía mucho tiempo que todo lo que estaba bueno era "malo" para mí. Nadie ha visto nunca a un médico prohibiendo, por ejemplo, las coles de Bruselas.
-¿Alguna vez repites plato?... ¿Comes entre horas?

Mikaël Olliver: Amor, dieta y tarta de chocolate. Editorial Pearson, Alhambra joven. Páginas 53-54.
Guía de lectura: CLICA AQUÍ.

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