domingo, 20 de mayo de 2012

El ocupante

Cuando regresó a casa, tras visitar a Nuria, los padres no habían llegado, ni tampoco su hermano pequeño. Se sentó en el sofá del comedor pensando qué hacer. Se le ocurrió preparar la cena, alguna cosa sencilla, pan con  tomate y tortilla francesa, por ejemplo, y un poco de ensalada para acompañar. Aquel gesto servicial haría feliz a su madre. Pondría la mesa. Cenaría con ellos y, entre plato y plato, les recordaría la promesa de una semana atrás: que esta noche le iban a dejar salir con los amigos del insti. Eso era un buen plan. Miró la hora en el reloj. Los padres debían de haber ido de tiendas, o a visitar a Pablo. Todavía tardarían un rato. Tenía tiempo de preparar la ensalada y el pan con tomate y dejar batidos los huevos de la primera tortilla para echarlos al fuego justo cuando oyera la llave en la cerradura. Sí, era un buen plan.
Cuando ya estaba en la cocina y buscaba los ingredientes en la nevera para preparar la ensalada, sonó el timbre de la puerta. Alberto fue a abrir con un par de tomates verdes en la mano.
- Nos volvemos a ver, chaval -saludó el policía.
Alberto sintió que desfallecía. Otra vez aquel hombre... y en su casa.

ÀNGEL BURGAS (2010): El ocupante. Editorial Oxford, El árbol de la lectura: Madrid. Páginas 204-205.
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Ficha S.O.L.
Página personal del autor: ÀNGEL BURGAS.

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