El toque del clarín anunciaba que los más de trescientos invitados ya podían ir a casa del novio. Había más de treinta mesas bellamente dispuestas, cubiertas de flores y de todo tipo de dulces, caldo caliente, té y melones, sandías y racimos de uva. Los invitados se movían alrededor de las mesas y lo probaban todo. Los dulces estaban preparados por los mejores pasteleros de la ciudad
[…]
En el tercer acto de la ceremonia, toda la multitud regresará a casa del novio. De nuevo encontramos las mismas mesas, pero adornadas de forma distinta y cargadas de otros manjares, entre los que destaca el plov, el plato típicamente uzbeko que no puede faltar en ningún banquete de boda y que consiste en arroz con cordero, verduras y hortalizas y una gran variedad de especias que le dan sabor.
MAS, HERMÍNIA (2011): Idriss, la joven de Bujará, Barcelona, RDCR ediciones, pág. 73-74.
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