miércoles, 10 de abril de 2013

Una nuez decisiva

“Cuando ya empezaba a desesperar, su constancia fue finalmente premiada. Conoció a una ardillita joven con una gran cola que tenía unas tonalidades cobrizas. Al atardecer, cuando llegaron a la rama más alta le hizo la pregunta de rigor. Ella permaneció en silencio un momento, después lo miró con ojos luminosos.
-¿Lo dices en serio?
-No me permitiría jamás tomarte el pelo.
-Nunca hubiera podido imaginar un lugar más bonito donde criar a mis hijos.
Entonces él corrió a coger la nuez de compromiso y la comieron juntos, mejilla contra mejilla, mientras las sombras se alargaban en el claro y el sol desaparecía detrás de las cimas nevadas.
TAMARO, Susanna (2010): El gran árbol, Barcelona: Urano, p. 26.

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