martes, 30 de agosto de 2011

El picnic del 4 de julio



Las mesas del picnic rebosaban de pasteles de melocotón, tartas de cereza, frutos del bosque, mazorcas de maíz, jamón y pollo frito, y en la barbacoa no cabía una chuleta más. Banderines y globos del 4 de julio decoraban árboles y mesas por igual. Los niños atrapaban manzanas con los dientes, los hombres lanzaban herraduras, el nuevo pastor y su esposa disfrutaban del banjo y el violín que tocaban los chicos de los Straitban, y las mujeres bebían limonada y se abanicaban bajo los árboles. No había un solo lugar en el que Piper posara la mirada donde no estuviera sucediendo algo.

FORESTER, Victoria (2010): La niña que podía volar, Barcelona, Montena, pág. 33.

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