lunes, 9 de mayo de 2011

La existencia desdichada de los gordos

Las tres gracias. Rubens. Museo del Prado
Las tres gracias. Rubens. Museo del Prado
 
“Los gordos, gordas, lisiados, tullidas, negros, negras, enanos, raquíticas, pordioseros, mendigas y toda la demás gente que se encontraba por debajo del listón de la norma eran el vertedero de muchas inmundicias, el chivo expiatorio con que se vengaban muchas personas de sus insatisfacciones y miserias. Representaban el albañal por donde circulaban los rencores íntimos e inconfesables de una multitud incontable, también incluso de otros gruesos y aquejados de diversas carencias y minusvalías, que parecían carecer de ojos en la cara, de espejos y de sentido del ridículo. Jamás había olvidado lo que, años atrás, le había ocurrido a propósito de esto con una modista, ancha y redonda como una mesa camillas. Nada más verla, la había mirado con sorna y, al tomarle las medidas, había exclamado en tono de censura:
-¡Madre de Dios, vaya contorno!
Los gordos eran, en efecto, zaheridos; pero la existencia de las gordas resultaba infinitamente más desdichada”

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GÓMEZ OJEA, Carmen (1998): El granate de Amarilis, Barcelona Edebé, (Nómadas, 2), p. 12.

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