“Pidió otro martini y también uno para mí. Yo aparentaba más de dieciocho años y hacía tiempo que ningún camarero ponía objeciones a servirme alcohol. Por otra parte, los martinis eran endiabladamente fuertes; el camarero, que también le conocía, los había preparado a gusto de mi tío: una gota de vermouth y el resto de ginebra pura” .
No hay comentarios:
Publicar un comentario