domingo, 8 de mayo de 2011

Nivel alto de ansiedad






“En un plato lánguido reposaban tres picatostes y dos tostadas. Sobre un estante descubrió dos lonchas de beicon revenidas, que no sabía cuándo habían sido fritas. Un bol contenía restos de una compota de fruta. Eso era obra de papá. Los olisqueó y los removió con el dedo. Habían formado una pasta similar al engrudo. Los arrancó del bol con una cuchara, haciendo palanca.
En la esquina de una fuente entrevió las ruinas de un costillar de cordero. Obra de papá, seguro. Los huesos de las costillas se erguían como las arcadas de un puente. Lorena las olió. Glaseadas de miel y sésamo, le informó su agudo olfato, pero no pudo determinar cuándo habían sido preparados. Los huesos de las costillas salieron despedidos de su boca y tintinearon en el suelo, sin que ella les prestara la menor atención.
Encontró un milhojas de crema de miel, chantillí y piñones que ella misma había guardado dos días atrás, olvidándolo.
Lorena comenzó a sentirse congelada: demasiado tiempo expuesta al frío de la nevera. Se puso el anorak y continuó la búsqueda, ayudándose de la banqueta para registrar los estantes superiores. ¿Qué era ese tono rojizo y sanguinolento? “¡Ah, ya me acuerdo! Antes de ayer le preparaste a papá un magret de pato según la receta de la abuela Silvia, ¿recuerdas? Hiciste la salsa de ciruelas y menta. A ti te pareció un plato divino, ¿a qué viene esa cara? ¡Se ha descompuesto! ¡Se ha echado a perder! ¡Huele fatal! ¡Tira eso, querida, o reventarás definitivamente!”.
Lorena arrojó el contenido del plato al fregadero y emprendió la retirada. En su estómago se había desatado una sinfonía de rebufos, gruñidos, chirridos, jadeos, chasquidos y rugidos, pero por lo menos la ansiedad había descendido a un nivel tolerable. A pesar del anorak estaba temblando.”

CLAUDÍN, Fernando (2001): La serpiente de cristal, Madrid, Anaya, (Espacio Abierto, 92), p. 114-115

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

ENGRANDEIX EL TEXT